La violencia sexual constituye un crimen que ataca en todas las clases sociales y, con alta frecuencia, en el contexto familiar. Su punición es prevista en códigos penales mundialmente. Sin embargo, en la mayoría de los casos, aún no es percibido, denunciado y juzgado. Consecuentemente, la víctima puede quedarse años a la merded del(a) agresor(a) y desarrollar problemas de orden social, escolar y de relaciones.
Entre las víctimas de abuso sexual están las personas con deficiencia, foco de este artículo. En muchos casos, el abuso constituye la raíz de la deficiencia. Aquí argumento que la vulnerabilidad de las personas con deficiencia a la violencia sexual tiene como raíz dos fuertes factores: (a) su invisibilidad en la malla social y, (b) la condición ‘deficiencia’ ofrece seguridad al agresor porque sabe que el riesgo de desvelamento del crimen y denuncia es insignificante. Con esta reflexión pretendo insertar el fenómeno del abuso sexual contra las personas con deficiencia en el debate sobre el desarrollo de sistemas educativos inclusivos.