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Presentación

En las circunstancias cambiantes que atraviesa la sociedad actual, se generan incertidumbres difícilmente asumibles a la vista del acelerado cambio al que cada persona se ve arrastrada. Esta situación -como casi todas- repercute de manera directa en la educación, pues es considerada universalmente como la base de la formación del individuo, y en función de las modificaciones contextuales en que este se desenvuelve, se exige a los sistemas educativos que ofrezcan respuestas válidas para el futuro de la persona, cosa cada día más complicada por esas coyunturas antedichas.

El hecho cierto es que nadie acaba de estar satisfecho con la educación y sus resultados concretos en gran número de países; unas veces, porque estos últimos son realmente desfavorables y otras porque, como es lógico, se considera imprescindible mejorar para ir adecuando la educación a la realidad social imperante, que cambia constantemente. Si varía la realidad, hay que introducir innovaciones en la educación, que nunca debería quedarse atrás. No obstante, se suele estar de acuerdo en los grandes principios que inspiran cualquier movimiento educativo, aunque en lo que se marcan las distancias es en la forma de hacerlos llegar a las aulas de forma apropiada, de manera eficaz. No hay fórmulas universales para encontrar la mejor solución, pero lo cierto es que casi de forma generalizada aparecen dos tendencias en buen número de países que buscan esa calidad deseada para su sistema y, por lo tanto, para elevar la formación de sus jóvenes. Me atrevo a resumirlas aquí:

  1. Cambios en los diseños curriculares, tanto de las etapas obligatorias de enseñanza, como en los referidos a la formación de maestros y a la educación superior.
  2. Búsqueda, selección y promoción de buenas prácticas educativas.

Si se revisa la actividad educativa en el ámbito Iberoamericano, se comprobará que tanto en España como en los países de América se está procediendo a modificar los currículos escolares, con una gran influencia del programa PISA, pues, como ya está constatado, la evaluación condiciona los procesos de formación que se producen con anterioridad a su aplicación, por lo que en algunos países incluso se ha llegado a incorporar los estándares de PISA como elementos evaluativos del propio sistema. Sin embargo, es preciso reflexionar sobre el papel de la evaluación en el ámbito educativo, para no ponerla como meta, sino como elemento de mejora permanente; es decir: la evaluación debe estar al servicio de los procesos de enseñanza y aprendizaje y no estos al servicio de la evaluación (precisamente lo contrario), como sucede en la actualidad.

Los cambios curriculares suponen una inquietud permanente, dado que la sociedad avanza -como ya anticipé- aceleradamente y existe el riesgo de que la educación quede anclada en teorías y prácticas del pasado, como si sus profesionales no vivieran en este mundo y en esta sociedad y no comprobaran que para mantener el interés del alumnado la escuela, las aulas en general, debe ponerse al día y resultar atractiva y funcional en los currículos que ofrece. Un diseño curricular de calidad, en estos momentos, debe ser funcional, planificado, inclusivo, coherente, selectivo, democrático, ecológico, intercultural, común y diversificado… Hay que reconocer que son muchas las seducciones tecnológicas y vitales fuera de los centros docentes y, si la educación no quiere perder su papel imprescindible y necesario en ese camino de formación de la personalidad, debe actualizarse y resultar tanto o más interesante que lo que el estudiante encuentra fuera de ellos.

El hecho cierto es que las excelentes finalidades que los sistemas educativos se marcan en sus leyes del más alto rango, no llegarán al alumno si no es a través de un currículo que sea capaz de transformar las buenas intenciones en realidades de carácter pedagógico-didáctico que operen en el aula. La calidad educativa parte de la base de un docente con una formación de calidad, que traslada a sus alumnos el interés por aprender (sobre todo por aprender a aprender, algo que no debe interrumpirse en la vida) y que logra que aprendan, que alcancen esas competencias que, como última novedad, se están incorporando a los currículos, pretendiendo la conexión entre educación institucional-realidad social y el adecuado desarrollo integral de la persona. Ese es el motivo que ha llevado al planteamiento de este monográfico de REICE: constatar, teórica y prácticamente, que el currículo es el factor de calidad esencial para lograr la formación individual en aras de  la sociedad que queremos.

Mientras se aplican de forma piloto los nuevos currículos, no se debe dejar de lado el rescate de las buenas prácticas que se producen constantemente en los distintos sistemas de todos los países. Constituyen una riqueza que no se debe perder, por muchos cambios que aparezcan. Siempre habrá que salvar y partir de lo que ya funciona en educación y avanzar sobre ello. Por eso se comprueba que numerosos encuentros entre profesionales se dedican, casi con exclusividad, a la exposición de su probado buen hacer en los diferentes campos docentes en los que desempeñan su tarea. Nuevos métodos, nuevos recursos, nuevos modelos evaluativos, contenidos actualizados e interesantes, modelos de escuelas emergentes para realidades inexistentes con anterioridad, organización no anquilosada que favorezca la atención a la diversidad del alumnado…, son experiencias de especial interés para lograr que las futuras generaciones reciban un bagaje vital, cultural y profesional que les permita realizarse en todos los ámbitos de su vida.

En este monográfico se encontrarán tanto reflexiones teóricas sobre los planteamientos curriculares que parecen idóneos para implementar en nuestros centros, tomando en cuenta la realidad, con características flexibles que permitan su aplicación en diferentes contextos y en diferentes tiempos (con carácter de permanencia), como experiencias curriculares (también) que hablan de las realidades que se viven en la actualidad y que resultan válidas para docentes y estudiantes. Compartir líneas de futuro a partir del diseño curricular  que garanticen sus aportaciones a la calidad educativa, cómo se percibe la educación y cómo se lleva a la práctica satisfactoriamente es el objetivo que pretenden las páginas que siguen, procedentes de especialistas de países con entornos muy variados y que deseamos enriquezcan el acervo pedagógico-didáctico del mundo educativo. Esperamos lograr especialistas en ser personas, como demanda la vida, y especialistas en ser profesionales, como demanda la sociedad.

 

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