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DESCORRER UN VELO: EL SUSTRATO CRISTIANO DE LA CONCEPCIÓN
EDUCATIVA DE MERCEDES MUÑOZ-REPISO

..............................................................................................................Camino Cañón

 

Agradezco la oportunidad de acercarme a Mercedes Muñoz-Repiso, esta vez para rastrear sus huellas, para elaborar con sus indicios una aproximación a lo que fue la fuente más honda de la que bebió y con cuyas aguas regaba su tierra y alimentaba la vida que emergía a través de su trabajo investigador y de su pluma.

Conocí a Mercedes en al año 1966, cuando yo llegaba a Madrid para iniciar mis estudios universitarios. Mi residencia era el Colegio Mayor “Josefa Segovia” de la Institución Teresiana, y desde él tuve contacto con las actividades de la entonces asociación civil “Amistad Universitaria”, una rara avis en aquellos tiempos en que el asociacionismo en España era en los medios universitarios casi inexistente. Mercedes, antigua alumna del colegio de Españoleto de Madrid, de la mencionada Institución, era por entonces miembro de Amistad Universitaria. La permanencia de las dos en los ámbitos asociativos de la Obra de Pedro Poveda nos ha deparado oportunidades de encuentro y de expresión de mutua confianza, amistad y reconocimiento.

El método seguido para la elaboración de este artículo se inspira en lo que se ha llamado paradigma indicial{1}. Una propuesta epistemológica capaz de dar cuenta de lo singular, orientada primariamente a la comprensión y que hunde sus raíces en un saber antiguo que ha recibido diversos nombres: “venatorio” e “indiciario” son algunos de ellos.  Se trata de un tipo de saber que parte de la identificación de huellas, síntomas o indicios, y permite pasar a partir de la observación de los mismos, a veces de trazos insignificantes, a hechos que el observador no puede experimentar directamente o a una realidad compleja en principio no directamente observable.

Es una metodología aplicada por la medicina desde antiguo, que tomará Freud para elaborar el psicoanálisis o Conan Doyle para caracterizar la actividad de su personaje Sherlock Holmes. En estas páginas no he tratado de aplicar el método en ninguna de las modalidades en que podamos encontrarlo cristalizado. Me ha servido como inspiración. He rastreado indicios en algunos de sus escritos, y los he situado en un doble marco interpretativo: el que me ha proporcionado el acceso a unas páginas de su diario íntimo de los últimos años de su vida{2}, y el que me proporciona el conocimiento de proyecto educativo de Pedro Poveda, hoy centenario y cuajado ya en una tradición educativa en número de países del mundo. No he pretendido obtener un dibujo con perfiles nítidos de Mercedes como mujer creyente, ni de probar su pertenencia a esa tradición educativa. Sin embargo, los indicios encontrados son suficientes para mostrar la hondura apasionada de una mujer de fe profunda y el aire de familia povedana inconfundible que reflejan sus escritos.

1. UN INDICIO CLAVE

La obra escrita de Mercedes reúne los tres frutos que menciona el profeta Joel en un pasaje en el que dice: “Después derramaré mi espíritu sobre todos: vuestros hijos e hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños, vuestros jóvenes verán visiones”. (Jl.3,1) Es decir, en la obra de Mercedes encontramos denuncia y apertura a la utopía, hay profecía. Pero encontramos también visión definida, propuesta perfilada, caminos proyectados para ser recorridos, y envolviéndolo todo, hay sueños, hay sabiduría que funde memoria y futuro, pensamiento y afecto, inteligencia y corazón.

Una riqueza expresada en un modo de decir sereno y convincente, argumentado y sustentado por la investigación y la autoridad de otros. Y en ese decir suyo, que muestra lo que hay más allá de las palabras, hay también expresiones que son indicios privilegiados para desvelarnos la verdad de sí misma, una verdad que va más allá de la correspondencia entre sus creencias y sus hechos, que sólo se descubre en la mirada atenta del descorrerse el velo que el escrito académico obliga a mantener.

Hay en concreto una expresión en uno de sus artículos, que considero clave para adentrarnos en el núcleo identitario de Mercedes. Me refiero al artículo titulado: “La destrucción invisible”{3}, en el que presenta la destrucción que padecen unos seres humanos a causa del acoso moral al que otros les someten y que concluye con dos comentarios. Uno es el papel decisivo de la educación en la formación del “yo” sano. El otro, “se la pide el alma decirla” y “se refiere a la sabiduría del que ha cifrado mi felicidad y la de mi vecino en un amor que es entrega voluntaria y gozosa del narciso que todos llevamos dentro. Se ve que además de Padre, es un buen psicólogo.”

En esta confesión encontramos un indicio certero de lo que constituye el núcleo más hondo de la vida de Mercedes y por ello, de su sentir, de su pensar, de su actuar, de su profecía, de su visón y de sus sueños. Encierra, en primer lugar una expresión de confianza entrañable en el Dios a quien Jesús nos enseñó a llamar Padre. Encierra además, su concepción de la felicidad radicada en el amor que se entrega libremente, al modo en que Jesús se expresó en su conversación con los discípulos en la última cena que celebró con ellos: “amaos los unos a los otros como yo os he amado”, “entrego mi vida voluntariamente”.

Este texto indicial nos pone en la pista de la fe de Mercedes en un Dios con el que se relaciona como Padre, un Padre que nos hace hermanos a todos los seres humanos. Una relación personal que se expresa en sentimientos de confianza honda, probada, amorosa. Y al tiempo, una relación que da fundamento a principios morales como justicia, igualdad y solidaridad, presentes siempre en sus análisis, sus críticas, sus propuestas, y sus utopías. No necesitaba salir de su fe cristiana para dar razón de sus convicciones éticas, aunque por exigencias de un diálogo con quien no compartiera su fe, pudiera dar contenido estrictamente racional a su argumentación.

Es el caso de sus afirmaciones sobre la libertad, de tantos modos hechas, como valor a promover en la tarea educativa o como principio a sostener en el diseño de políticas educativas y de configuración de espacios institucionales. Todo ello nace de una experiencia muy radical. No sólo haber vivido y crecido en libertad, no sólo por convencimiento intelectual, sino también por experiencia espiritual honda de que ese Dios, que además de Padre es un buen psicólogo, es fuente de profunda libertad interior. Convencimiento vital de que en su trato aprendemos a liberarnos de las ataduras múltiples que impiden nuestro crecimiento y nuestro vuelo, de que esos hilos de seda o de hierro que nos imponemos los seres humanos unos a otros, nos impiden llegar a la fuente de la felicidad que ella vislumbra, y que no es otra que la posibilidad de amar entregándonos voluntariamente, sin coacción en el servicio mutuo. 

Un amor, que en el caso de Mercedes, tiene por referente la entrega voluntaria de Jesús de Nazaret hasta el final, hasta una muerte que a él y a ella les encontró amando. Ella lo experimentó en su cotidianidad, en su vida de familia, en la relación con su esposo y con sus hijas. También en los contextos de la Institución Teresiana generó relaciones con personas que le reconocen esa fuerza y libertad procedente de la entrega voluntaria de lo mejor de sí misma. La impronta que dejó entre sus discípulos y colegas tiene el mismo sello: disponibilidad, generosidad, apoyo incondicional, cercanía, y todo en medio de una inmensa libertad, respeto y dulzura. 

La hondura de esa relación con Dios Padre aparece iluminada de modo especial en los escritos personales de los últimos años de su vida, los años dolientes, los años en que experimentaba cómo “subía en bajadas alegres”, la gran cuesta que la vida le estaba deparando{4}. Las páginas de su diario íntimo nos posibilitan asomarnos a una experiencia de relación filial de extraordinaria finura, donde la queja y el sollozo andan siempre de la mano de la acogida de la paz y de la esperanza. Allí encontramos también las palabras del salmo 37: “haz el bien, cultiva la fidelidad,…y el Señor te dará lo que pide tu corazón…”. Palabras que le acompañan y le marcan el camino en la etapa más dolorosa de su vida.

En la última etapa de su vida, esta entrega voluntaria vivida en el día a día le ha conducido al origen mismo del agua que mana en su fuente. El 17 de octubre de 2007, escribe: “Mi felicidad consiste en estar junto a Dios. Aunque no lo parece, aunque me disipan tanto las preocupaciones materiales. Dios es mi refugio, lo que me puede dar la plenitud”. Al finalizar el camino, la experiencia de felicidad remite a las pasividades propias del estar, un estar junto a Dios en el que se le muestra su propia plenitud. Aquí se nos desvela con la máxima profundidad que pudiera esperarse, dónde había encontrado Mercedes el sentido para su vivir y su hacer, y por qué esta expresión que he llamado indicio clave, era su alma la que le pedía decirla. Su luz interior quería salir, mostrarse ante los demás también como luz que pudiera iluminar los pasos de otros.

 2. MARCO INTERPRETATIVO DE LOS INDICIOS RELATIVOS A LA EDUCACIÓN

En continuidad con lo anterior y, como no podría ser menos, en continuidad también con la educación recibida por ella, que quiso fuera también la que recibieran sus hijas, Mercedes desarrolla una visión de la educación en la que resulta fácil reconocer la tradición educativa de Pedro Poveda.

La propuesta educativa povedana se sustenta en un humanismo cristiano que hunde sus raíces en el misterio de la Encarnación del Verbo y que busca “llevar a la sociedad la buena nueva de la educación y de la cultura” “<<Buena nueva>>, comenta María Dolores Gómez Molleda, en cuanto que para Poveda la educación y la cultura participan de la bondad <<sanadora>>del Evangelio, puestas con sus inmensas posibilidades al servicio del hombre y de la humanidad en su conjunto”.{5}

En la lectura que Poveda hace del misterio cristiano de la Encarnación, encontramos la clave de su fe en las potencialidades de lo humano, vidas abierta a un dinamismo de trascendencia que superan el umbral de la dinámica propia de humanismos meramente naturalistas o sólo filantrópicos. “La humanidad fue tomada por el hijo de Dios para no dejarla jamás”, y en su persona esa humanidad fue elevada a su mayor perfección. Así al henchir de Dios lo humano, lejos de destruirlo, posibilita “vivir una verdadera vida humana”. Las potencialidades humanas están siempre abiertas a nuevas metas, porque el horizonte lo marca la infinitud de Dios, mostrada en la finitud de un hombre, Jesucristo.

En el humanismo de Poveda, como afirma María Teresa Díaz Allué, se recoge y afirma cuanto de valor y esperanza hay en la persona. Se respetan y promueven todos los valores personales y sociales, ya que educar será siempre una tarea de construcción{6}. Será una tarea que contempla a un sujeto abierto al desarrollo de esas potencialidades que se le reconocen como constitutivas y que incluyen dimensiones afectivas, cognitivas, estéticas, morales, religiosas.

Pedro Poveda no fue un teórico de la educación, pero podría decirse que todo en su vida está marcado por su vocación educadora, anclada ésta en una profunda convicción que cuajo en él en sus años jóvenes, cuando creó unas escuelas para la población gitana de las Cuevas de Guadix. Es la convicción de que la educación es la clave para el desarrollo integral de la persona y de los pueblos, para transformar la sociedad de manera que sean todas las personas y no sólo algunas quienes se puedan beneficiar de entrar en esa dinámica de crecimiento personal. Se encierra aquí una concepción del sujeto de la educación y también, una concepción política de la misma, pues como escribe Angeles Galino en el Prólogo a Humanismo Pedagógico de Pedro Poveda, (página 13): “Educar para Poveda será una relación de ayuda que en un mismo movimiento aspira a servir al hombre y a la sociedad”{7}.

Este doble movimiento está presente en los escritos de Mercedes Muñoz Repiso y, cualquiera que esté familiarizado con la tradición pedagógica de Poveda, podrá identificar múltiples indicios en sus escritos como trazos de un dibujo que responde a un desarrollo actualizado de la misma. Sin ánimo de exhaustividad, recogeré alguno de esos indicios y los situaré en el marco povedano.

 3. INDICIOS POVEDANOS EN LOS ESCRITOS EDUCATIVOS

Comencemos con la fe en el ser humano: “La educación tiene futuro, porque el ser humano tiene futuro”{8}. Un futuro que viene marcado por una dirección, por un norte: el desarrollo de sus potencialidades en tensión con las grandes utopías que iluminan ese avance. Utopía de la libertad, utopía de la educación de calidad para todos, etc.

Poveda consideró como un imperativo mirar al alumno desde la actitud proyectiva propia del ser humano, lo que está llamado a ser, no sólo lo que es, actitud que cuadra bien con la apuesta por las utopías tan presente en los escritos de Mercedes. Recojo como indicio especialmente significativo la invitación a “levantar toda la realidad humana hasta la realidad que le corresponde”{9}; expresión de claros ecos al misterio cristiano de la Encarnación en la interpretación povedana del mismo.

En sus comentarios sobre la escuela libertaria Summerhill, del pedagogo Neill, Mercedes elige para la valoración positiva del proyecto de escuela una expresión de Eric Fromm en el prólogo al libro del mencionado pedagogo: “el autor eligió entre el desarrollo humano y el pleno éxito en el mercado…Niel muestra un respeto incondicional por la vida y la libertad y un rechazo total al uso de la fuerza”{10}. Vida y libertad como expresiones de esa dignidad humana a la que la educación busca proporcionar cauces adecuados para su desarrollo en cada persona.

Hemos dicho ya que Poveda concibe sin dualismo alguno, las finalidades educativas orientadas al desarrollo del sujeto y de la sociedad. Mercedes confiesa “no sabemos hasta qué punto influye la educación en el cambio social, pero, por si acaso, actuemos como si todo dependiera de ella y empeñémonos en hacer una sociedad digna del hombre”.{11} 

En relación a la dimensión política de las convicciones educativas povedanas, los escritos de Mercedes abundan en estudios sobre aspectos de política educativa. Podemos mencionar algunos de los temas más queridos para Mercedes en la dirección de políticas que se orienten a lograr sociedades más justas y equitativas: educación inclusiva, de calidad para todos, educar en positivo para un mundo en cambio –título expresivo de su libro del 2000-{12}, educar para la convivencia y la construcción de sociedades libres en contextos multiculturales, etc.

En el caso concreto de lo que ha supuesto en la educación española la integración de nuestro país en la Unión Europea, Mercedes reconoce la existencia de avances y señala los tres siguientes: la extensión de la escolaridad obligatoria, la tendencia a la inclusión educativa y la transparencia de los sistemas{13}.Tres indicadores que son marcadores de un horizonte de mayor justicia en clave universalista. Mercedes tenía claro y así lo aportaba también en los foros sobre educación celebrados por la Institución Teresiana en las últimas décadas que hay que seguir avanzando en la perspectiva de dignificar la vida de los que en esta historia nuestra han sido menos favorecidos o son sistemáticamente excluidos, es tarea siempre abierta de una educación cuyo norte es el desarrollo de la vocación humana.

Otro indicio importante es la centralidad de la vocación en las personas que eligen la educación como profesión: “la vocación docente es mucho más que una dedicación laboral como otra cualquiera, implica no sólo la vida profesional del maestro, sino también la personal y no sólo su trayectoria intelectual, sino también sus emociones y hasta su propia identidad. Es una auténtica “vocación” y, por tanto el que se siente llamado no puede responder a ella más que con pasión. No se puede seguir una vocación aplicando un manual de instrucciones ni cumpliendo un reglamento escrupulosamente”{14}.Poveda se preguntaba al poco de iniciar su obra de las Academias Teresianas: “ ¿Que cómo doy yo tanta importancia a la vocación? Porque sin ella no podéis dar un paso en vuestra empresa.(…) Lo que brilló, brilla y brillará siempre en estas empresas, es la vocación. Dadme una vocación y yo os devolveré una escuela, un método y una pedagogía”.{15}

No es demasiado aventurado decir, en el caso de Mercedes, que al describir la vocación del maestro, del profesor, nos está ofreciendo su modo de vivir su profesión como una vocación. En su trabajo no ha buscado sólo la eficiencia, sino el mejor hacer, la consecución de las finalidades que he venido mencionando, la realización de su vocación y misión educadora en el ámbito laboral. Esa misma vocación encuentra también su expresión en su vida familiar y en alguna medida en su participación asociativa en la Institución Teresiana.

Mercedes reconoce en la fuerza de esta vocación educadora, el resorte que hace que el profesor juegue un papel decisivo cuando se trata de lograr una oferta de calidad para todos. El tema de la calidad, tanto en relación a los fines como a los medios y procesos, escribe, se puede considerar desde diversos ámbitos. Tiene una vertiente que concierne al ámbito amplio del sistema educativo en su conjunto y otra referida a los centros y a las aulas en la práctica cotidiana de cualquier profesor o de cualquier padre a la hora de elegir y apoyar determinados enfoques{16} .El papel del profesor vocacionado juega un papel insustituible en la elección de los medios y procesos que han de desarrollarse en el aula para hacer accesible a todos los alumnos la dinámica de calidad que se pretende.

En la tradición de Poveda, hay expresiones que marcan dirección, una de ellas es: “empezar haciendo”. Mercedes, ya hemos dicho que es amiga de propuestas utópicas que abran al ser humano hacia horizontes que van más allá de las propuestas recortadas de visiones humanistas encerradas en ideologías de cualquier género. Le gusta proponer horizontes que eleven a los seres humanos a la dignidad que a todos corresponde. Hay huellas abundantes en sus escritos de la unión de esa apuesta suya por las utopías y del “empezar haciendo” de Poveda. En concreto, encontramos ecos, en diversos lugares de sus escritos, de ensayos educativos, de valoraciones positivas de escuelas innovadoras que apuntan a la consecución de metas que encierran propuestas de una mayor igualdad, justicia y libertad. Así por ejemplo su valoración de los movimientos innovadores de la primera mitad del siglo XX, “todo un patrimonio de utopías hacia las que avanzar y de directrices prácticas para lograrlo{17}.Entre ellas reconoce la propuesta educativa de Poveda.

Algunas de estas innovaciones, las retoma en otros escritos para subrayar aspectos utópicos especialmente queridos por ella. Sería el caso de las llamadas “Escuelas Aceleradoras” fruto del sueño del prestigioso profesor de la Universidad Stanford, Henry M. Levin y de su mujer Pilar Soler. Mercedes valora especialmente el haber logrado experiencias de educación de calidad para todos, haber logrado encontrar vías concretas para hacer realidad sus teorías utópicas. Y para ello, precisa: “la clave es la conciencia de “misión” (o meta conjuntamente asumida) por parte de la comunidad educativa de cada una de ellas”{18}.De la vocación del profesor, se pasa aquí a la conciencia de misión por parte de la comunidad educativa, una cuestión especialmente promovida y trabajada en las escuelas de tradición povedana, en su vigencia ya centenaria en lugares dispersos por la geografía de Europa, América, África y Asia.

En la educación se produce un juego de libertades, la del educando y la del educador. En el encuentro de ambos sitúa Poveda, a juicio de Ángeles Galino, el momento clave de la intervención educadora. Mercedes, muestra su pasión por este juego de libertades, en un escrito sobre la escuela de Summerhill, cuando ésta va a desaparecer. Este movimiento inglés profundamente innovador y, no exento, a juicio de nuestra autora, de poseer algunos aspectos criticables, otorga a la libertad el lugar central del proyecto educativo. Este hecho y el modo cómo lo hace realidad en la práctica concreta, hacen de él un referente especialmente valioso a sus ojos. “Summerhill tiene muchos límites y puede ser criticada desde diversas perspectivas, pero hay que decir que “es una importante contribución de nuestro siglo a la conquista utópica de la libertad{19}.

El convencimiento de que la libertad es condición de posibilidad para crecer sanamente, para educar humanamente, es central para Poveda, quien escribe:
”Libres, con una libertad para el bien, no teniendo la censura el qué dirán… no escondiéndose ni ocultándose como si se obrara el mal… sin provocaciones ni imprudencias, sin alardes ni exageraciones; pero con valentía y santa intrepidez”{20}.

Libertad con audacia, con fortaleza, con lucidez, pero también con mansedumbre y dulzura. Una libertad circunstanciada, pues no hay libertad más que una situación dada y a la vez, esta misma situación se configura sólo por la libertad. Pedro Poveda creyó en la libertad circunstanciada del ser humano en formación, y decidió cultivar sus capacidades desde un enfoque universal, abierto a todas las culturas y a todas las personas sean muchos o pocos los factores externamente o internamente, condicionan o matizan el ejercicio de su libertad.

En el último año de su vida. Mercedes escribe un artículo revelador de algunos aspectos muy centrales de su concepción de la educación: “Educar desde la compasión apasionada”. En él podemos encontrar indicios muy precisos que remite explícitamente a la mejor tradición educativa de Poveda. Después de desgranar las características en las que Louise Stoll{21} resume la caracterización de las escuelas en las que existe una pasión colectiva por mejorar, comenta Mercedes:

 

“En nuestro entorno cercano tenemos un ejemplo de escuelas que caminan en esta línea: los centros de la Institución Teresiana. En el documento institucional Identidad y Misión de los Centros Educativos IT, encontramos muchos de los rasgos de los que venimos tratando. Se habla de una metodología inspirada en el amor, que tiene en cuenta el despertar y la expresión de los sentimientos (de maestros y alumnos) y de que la situación de los niños y adolescentes pide una gran capacidad de escucha y de comprensión por parte de quienes los acompañan en el difícil camino de crecer de forma integral, (por lo que) el –la tutor-a necesita capacidad de empatía con los alumnos-as y las familias, hacerse cargo de lo que viven para poder acompañarlos, desde donde se encuentran, hacia un proyecto de vida que les traiga felicidad y compromiso con la felicidad de los otros. Es lo que se denomina pedagogía de la proximidad, que sólo puede darse en un clima educativo semejante a la convivencia familiar, donde profesores y alumnos se sienten a gusto, libres, respetados, trabajando juntos en un proyecto compartido y haciéndolo con alegría”{22}

La cita es extensa, pero en ella se recogen muchos de los elementos centrales de la antropología educativa que Mercedes sostiene y que podemos identificar con rasgos que Pedro Poveda propuso y que han sido expuestos y comentados en diversos lugares{23} .En el discurso inaugural del Congreso Pedro Poveda educador, celebrado en Madrid en julio de 1977, Arantxa Aguado habla de la vigencia de la propuesta povedana para tiempos de cambio, y recoge unas palabras de Italo Mancini: “El tercer milenio que deseamos es aquel unido a la << comunión de los rostros>>. Ha llegado el tiempo de la proximidad del descubrimiento del otro”{24}. Mercedes se hizo eco de estas reflexiones en un artículo que tituló: “Educación para descubrir la dignidad del rostro en una era de Internet”.{25}

La formación del sujeto moral, en la que razón y pasión y encuentran su lugar en esa pedagogía de la proximidad, tanto en la escuela como en la familia, es objeto de especial atención en la teoría y en la práctica de la tradición educativa de Poveda. El amor al otro, junto con la libertad, constituye la condición sin la que no se concibe el ser moral del hombre. Para Pedro Poveda la acción educadora pertenece a ese género de acciones realizadas necesariamente a favor de otros. En la formación para la vida buena prima la intencionalidad sobre la norma y considera la bondad como una mezcla de todas las perfecciones morales.{26}, Hay que añadir, que en el caso del educador, Poveda considera que siendo la bondad una condición necesaria para ejercer la misión que tiene encomendada, no es condición suficiente: se precisa que tenga una preparación científica y pedagógica adecuada. Visión ésta, que cualquiera que haya tratado a Mercedes, personalmente o a través de sus escritos, habrá reconocido fácilmente encarnada en su persona.

En el texto citado, aparece mencionada la familia como ámbito educativo de proximidad, ámbito privilegiado, que la tradición povedana considera como el analogatum princeps del clima educativo a ser promovido en los centros escolares. Pero además, en el caso de Mercedes, la familia, su familia, fue sin duda el espacio educativo donde junto a su marido Mariano, pudo hacer realidad sus mejores sueños en la formación de sus hijas. Todavía recuerdo una intervención del matrimonio en un acto celebrado en Madrid en los últimos años ochenta, con motivo de un aniversario de la ordenación sacerdotal de Pedro Poveda, en la que perfectamente compenetrados expresaban públicamente como intentaban dar concreción en su vida de familia a las virtudes que Pedro Poveda propone para la educación moral. Era un modo lleno de sabiduría, sencillo y no trivial, cargado de hondura y simpatía, que seguía la pauta povedana de hacer amable la virtud.

“No se olvide que todos los aprendizajes deben estar en función del sentido de la vida”, escribía Mercedes en el ya citado artículo sobre Summerhill. El aprendizaje que ella proporcionó y acompañó apasionadamente en su ámbito familiar y profesional, fue la mejor muestra de cómo una educación sustentada en las bases de un humanismo cristiano proporciona claves para encontrar ese sentido de la vida, que nunca como ahora, constituye un tesoro para quien lo posee.

 

{1} Cfr. Ginzburg, C. (1994) Indicios, Raíces de un paradigma de inferencias indiciales” en Mitos, Emblemas, Indicios-Morfología e Historia pp. 138-175, Barcelona: Gedisa,. Debo esta referencia a Cecilia Padvalkis, con quien compartí cercanamente el proceso de elaboración de su tesis doctoral: “Una lectura psicoanalítica de las “Meditaciones del Cantar de los Cantares” de Teresa de Jesús” (Universidad Complutense de Madrid, octubre 2009).

{2} Agradezco la generosidad y la confianza de sus hijas que han puesto en mis manos esas páginas.

{3} Muñoz-Repiso, M. (2001). La destrucción invisible. Misión Abierta, 93(4), pp. 15-18; la cita corresponde a la p.18.

{4} Hago alusión a unos versos de Pedro Salinas que mencioné yo misma en el funeral de mi padre al que Mercedes asistió en febrero de 2007. Pasados unos días me expresó que se había sentido profundamente expresada en aquellas palabras.

{5} Gómez, Mª D. (2008) Cristianos en la sociedad laica. Una lectura de los escritos espirituales de Pedro Poveda. Madrid: Narcea. página 121.

{6} Cfr. Diaz, Mª T. Claves educativas de Pedro Poveda para una pedagogía familiar. En Atreverse a Educar, I. Madrid: Narcea, 1997, p.236

{7} Angeles Galino (Coord.) (2003). Humanismo Pedagógico de Pedro Poveda, Madrid: Narcea, p. 13.

{8} Revista  Crítica julio agosto de 1997, p. 25.

{9} Revista Crítica, enero 1999, p. 29.

{10} Muñoz-Repiso, M., (1995). Summerhill y la utopía de la libertad. Revista de Educación, 307, pp.  411-425. La cita corresponde a la p. 425.

{11} Revista Crítica, o.c. 1999, p. 29

{12} Véase en este mismo volumen el artículo de Ignacio Gonzalo Misol comentando esta publicación.

{13} Cfr. Revista Crítica septiembre- octubre 2002, p. 36.

{14} Revista Crítica, diciembre 2008 p.23.

{15} Consejos a las profesoras y alumnas de las primeras academias de Santa Teresa Oviedo 1912. Incluido en: Poveda, P., Itinerario Pedagógico, CSIC, Madrid 1965, pp. 261-278. La cita corresponde a la p. 263.

{16} Cfr. Revista Crítica Junio 1999 p. 24.

{17} Revista Crítica en enero 1999 p. 26.

{18} Revista Crítica, Julio- Agosto 1997 p. 37.

{19} Muñóz – Repiso, M., o. c. (1995) p. 425.

{20} Citado por Ángeles Galino, o. c. 1998, p. 55.

{21} Louise Stoll “School Culture: Black Hole or Fertile garden for School Improvement?” En Prosser, J. (ed.) School Culture. London: Paul Chapman Publishing Ltd., 1999.

{22} Revista Crítica, nº 958. Diciembre 2008, p. 27. La cita recoge el texto en el modo en que ha sido publicado.

{23} Las conferencias y ponencias del Congreso Pedro Poveda educador se recogen en dos volúmenes que bajo el título Atreverse a Educar, fueron publicadas por la editorial Narcea en 1997 y 1998.

{24} Cfr. Aguado, A. Pedro Poveda educador: Vigencia de una propuesta para tiempos de cambios, en Atreverse a Educar vol II o.c. pp.25-50, la cita corresponde a la p. 31.

{25} Revista Crítica, Enero, 1999.

{26} Cfr. Poveda, P. 1912, o.c. p.265.