El artículo propone un modelo de evaluación que favorezca la educación inclusiva, como única válida para las sociedades democráticas. Democracia es inclusión. En el momento actual, los procedimientos tradicionales de evaluación promueven la homogeneización de la población al no respetar sus diferencias singulares, cada día más reconocidas y valoradas como elemento de enriquecimiento social. De esta forma, excluyen del sistema, primero escolar y luego social, a buen número de población que no se ajusta a los entendidos como niveles estándar de rendimiento académico, sin considerar el progreso que debe producirse en las múltiples capacidades que cada persona posee.

La incorporación de las competencias básicas en los sistemas educativos actuales, refuerza la idea de introducir variadas técnicas e instrumentos para evaluar los avances del alumnado, especialmente en la educación obligatoria, de modo que la evaluación, como elemento curricular decisivo, contribuya de modo eficaz a la mejora de los procesos de enseñanza y aprendizaje y, en consecuencia, a la calidad de la educación para todos.

Se plantean situaciones problemáticas de las instituciones educativas en la actualidad, debidas en buena parte a la evaluación aplicada. Finalmente, se reflexiona sobre la incidencia de las evaluaciones externas en el funcionamiento de las escuelas inclusivas.

Educación inclusiva, evaluación continua, evaluación formativa, diseño universal de evaluación, currículum inclusivo.