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Edith Litwin
(7 de diciembre de 1944 – 5 de setiembre de 2010)
 
       
    Marilina Lipsman  
       
   

Edith era maestra y Profesora de Enseñanza Secundaria, Normal y Especial en Ciencias de la Educación y Doctora de la Universidad de Buenos Aires en el Área Ciencias de la Educación. Fue Profesora Titular Plenaria de Tecnología Educativa del Departamento de Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires e Investigadora del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación de la misma Facultad.

Fue Secretaria Académica de la Universidad de Buenos Aires y Directora y creadora de UBA XXI. En la Facultad de Filosofía y Letras fue Vicedecana, Directora del Departamento de Ciencias de la Educación, Directora de la Maestría en Didáctica, Directora del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación y Directora de la Maestría en Tecnología Educativa. Dirigió el programa de investigación "Una nueva agenda para la didáctica" en el Instituto de investigaciones en Ciencias de la Educación desde el año 1993. Fue Consejera Directiva, entre otros cargos como representante del Claustro de Profesores.

Fue Coordinadora General del Programa Nacional de Formación Docente del Ministerio de Educación y asesora, docente, evaluadora e investigadora de otras universidades nacionales y del extranjero.

Presidió el I Congreso Internacional de Pedagogía Universitaria; I y II Congreso Internacional de Educación; el Primer y Segundo Seminario Internacional de Educación a Distancia. Fue miembro fundador y Coordinadora de la Red Universitaria de Educación Argentina (RUEDA) y Coordinadora del Nodo Argentino de la Red Latinoamericana de Educación a Distancia (REDLAED).

Entre sus principales obras se cuentan “El oficio de enseñar. Condiciones y contextos”; “Tecnologías educativas en tiempos de Internet”; “Educación a distancia. Temas para el debate en una nueva agenda educativa”; “Las configuraciones didácticas: una nueva agenda para la enseñanza superior”; “Enseñanzas y tecnologías en las aulas para el nuevo siglo”; “Tecnología Educativa: historia, políticas y propuestas” y “Educación a Distancia en los 90”.

Edith fue precursora de la educación a distancia en el país, recreó el estudio de la Didáctica a partir de la definición de una nueva agenda y su análisis de las configuraciones didácticas desde tres perspectivas: la clase que promueve la reflexión, la comunicación didáctica en la clase reflexiva y la perspectiva moral en la comunicación didáctica de una clase reflexiva. Estableció las bases para el desarrollo del campo de la Tecnología Educativa desde una perspectiva crítica y creativa. En su hacer cotidiano Edith soñó proyectos educativos innovadores y los llevó a la práctica en su constante búsqueda por la democratización y la mejora del sistema educativo. Como maestra Edith generó propuestas memorables de buena enseñanza que mostraron la coherencia entre lo que se enseña y lo que se hace, a partir de su idea de meta análisis de la clase. Como visionaria incansable apostó a la formación y deja un enorme legado en sus discípulos de todo el país y el extranjero a los que inspiró con su pasión, compromiso y generosidad. Su mirada humanista, de profundos valores éticos, trasciende en su obra.

Edith fue miembro de la RIIED y en relación con la temática del Coloquio podría decirse que a la hora de pensar la evaluación de la docencia Edith se centró una vez más en el análisis de las prácticas de enseñanza y en la perspectiva del docente. En su propuesta para la evaluación de las cátedras de la Facultad de Filosofía y Letras trabajó sobre criterios que fueron discutidos y compartidos con profesores, investigadores y autoridades de la casa. La evaluación se implementó con esfuerzo por diferenciarse de aquellas que viniendo de organismos centrales se enfocaban en el control y asociaban los resultados a estímulos económicos. Esta distinción implicó hablar en cada curso y con cada profesor explicando el sentido de una autoevaluación pensada hacia adentro de la institución y centrada en la mejora de las prácticas. A la hora de comunicar los resultados su mirada vuelve a reflejarse en la cautela, en el cuidado de los profesores y en una utilización responsable que preservara el sentido con el que la evaluación había sido concebida. Más allá de las consideraciones técnicas y de los resultados destacamos aquí el enfoque: un abordaje en el que la evaluación se sostiene por su sentido ético, libre de sospechas, y por ser un camino posible a la hora de concebir políticas institucionales que, con fuertes definiciones pedagógicas, sigan pensando la clase como espacio creativo, relevante de calidad para  todos aquellos que concurren a la universidad pública.

Viene a mi memoria el día que la conocí personalmente a Edith. Fue allá por el año 88; hace más de 20 años. Estaba yo cursando Didáctica en la Carrera de Ciencias de la Educación y ella fue a dar una clase como invitada. Luego de introducir brevemente el tema nos dijo que pasaría un video sobre Conductismo que habían desarrollado en UBA XXI, el Programa de Educación a Distancia de la UBA en el que en ese momento ella era Directora. Ella apagó las luces, encendió el video y, en ese momento,  todos los alumnos tomamos nuestros cuadernos y lapiceras y, mientras comenzaba la proyección, tomábamos apuntes cual clase típica. Edith paró el video, encendió las luces del aula y nos dijo: “¿Qué van a escribir? Un video es para mirar y escuchar”. Todos nos quedamos asombrados, y dejamos de tomar notas para mirar con atención de qué se trataba la propuesta. Esa fue mi primera clase de Tecnología Educativa y la primera vez que sentí que un docente me proponía desnaturalizar mi ritualizado oficio de alumna. Esa clase me generó el entusiasmo por seguir luego la orientación en Tecnología Educativa con Edith y luego investigar y ser docente en su cátedra. Cursé con ella al año siguiente y podría hoy recordar una a una sus clases memorables.

En estos 20 años la acompañé como discípula innumerables veces a clases, congresos, conferencias; nunca repitió la misma clase - y Edith daba muchas clases por semana- porque sobre todo era una docente nata, disfrutaba de dar clase, se apasionaba y transformaba en ellas.

Bueno, sí recuerdo que repetía sus relatos. Una vez observé para el programa de investigación unas clases de un docente de economía y contabilidad en la escuela secundaria. Su innovación consistía en realizar los “desayunos económicos”. Cuando se los conté a Edith ella rápidamente hizo su primer análisis de la clase: el docente generaba una propuesta a dos bandas. Un día por semana daba la tradicional clase de contabilidad y el otro día los chicos desayunaban con el diario analizando la micro y la macro economía. Para Edith estas situaciones de informalidad en las que el docente decía no evaluar a sus alumnos generaban un clima propicio para comprender distendidamente cuestiones complejas. En muchos escritos, clases, en su propio concurso de renovación de titular plenaria, Edith volvía a retomar dicho relato. Siempre me lo dedicaba o me mencionaba, sin embargo, con una mirada cómplice solía darle una vuelta de interpretación de los desayunos que me sorprendía y me dejaba pensando. Edith no repetía sino que reconstruía permanentemente su mirada del objeto de análisis y transparentaba su pensamiento reflexivo de forma modélica cual experto para andamiar nuestros procesos novatos.

En sus preguntas de investigadora se puede traslucir su preocupación en torno a la clase: ¿Qué convierte a una clase en una experiencia memorable? ¿Qué sentidos adquieren lo incierto y lo imprevisible en la experiencia didáctica? ¿Qué valor tiene para la comprensión de las prácticas de la enseñanza el estudio de estas experiencias memorables e inciertas? Son preguntas que Edith se hace en el “Oficio de enseñar”, su último libro, a través de narraciones, relatos de docentes. En su libro relata cómo una docente universitaria  recuerda una clase en la que el tema para desarrollar era la radio y la educación; había preparado muy bien la clase pero cuando llegó al aula se había confundido al llevar los audios. La docente estaba segura que sin esos cassettes no podía dar la clase y entonces recurrió a su memoria para pasar al tema siguiente. Al terminar la cursada evaluó con sus alumnos la cursada y se sorprendió cuando los alumnos destacaron a esa clase improvisada como la más motivante, atractiva y hasta muy bien organizada. Es probable que la clase sea más sencilla, se planteara menos desafíos o su preocupación por el olvido la transformara en el mayor de los desafíos. Para Edith, una interpretación posible se debía a que la intuición construida a lo largo de la experiencia docente puede permitir  el despliegue de actividades adecuadas a la secuencia de una clase y estimular un proceso comprensivo por parte de los estudiantes.  Edith nos proponía reflexionar a través de sus clases, sus charlas, sus conferencias, sus libros, relatos de la literatura, de investigaciones como el de esta docente, muchas veces paradigmáticos a la hora de pensar la enseñanza, la evaluación y la tecnología educativa. Cuando ella elaboraba argumentos que nos iban generando explicaciones convincentes  nos generaba otro interrogante o contrapunto para mirar a través de un nuevo relato las cosas desde diferentes puntos de vista y así comprender el objeto.

Tengo los mejores recuerdos de ella; quienes hemos tenido el privilegio de conocerla y compartir el día a día sabemos que era un ser humano increíble.

Esposa, madre y abuela argentina con una familia hermosa. Optimista por default, cuando surgía algún problema en medio del trabajo solía decir “no te preocupes, la vida pasa por otro lado, la familia, los amigos”. Irradiaba admiración,  respeto y alegría donde iba. Fue siempre generosa en compartir su conocimiento con todo el que se mostraba atento a su escucha. Recomendaba libros, novelas, películas, obras de teatro a todos y, a través de ellos, nos transmitía su mirada acerca de la vida. Lectora incansable; jamás podíamos regalarle un libro que no haya leído ya. Fomentó que sus discípulas se formen, escriban, viajen a Congresos, presenten trabajos, terminen sus tesis y formen discípulos. Disfrutaba viajar. De los viajes junto a ella no voy a olvidar sus audaces comentarios de las conferencias que escuchábamos, la ruta cultural que nos proponía en los días libres: museos, vistas históricas y bares. De todo ella sabía para enseñarnos, pintura, música, literatura, historia y gastronomía. Una maestra difícil de olvidar.

Edith hoy acá tu discípula te recuerda con amor y profundo agradecimiento. Te llevo en mi corazón.

 

 

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