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RIEJS
APRENDIZAJE-SERVICIO EN MÉXICO:
PARTICIPACIÓN SOLIDARIA EN PRO DE LA EQUIDAD DE GÉNERO

1. INTRODUCCIÓN

Es de suma importancia que durante su formación universitaria, los estudiantes, mediados por sus profesores, logren potenciar su capacidad de adaptación a situaciones nuevas y su pensamiento crítico para producir conocimiento científico y tomar decisiones de manera estratégica y creativa al realizar intervenciones exitosas para solucionar las grandes problemáticas que aquejan a la sociedad. Así lo señalan las tendencias actuales hacia una mayor globalización, las innovaciones tecnológicas y procesos cada vez más complejos, cambiantes y contradictorios dada la sobreabundancia de información y de conocimiento descentrado por una pérdida de certidumbre a decir de Pozo (2006), un tránsito de certidumbres e incertidumbres según lo refiere Labarrere (2006) y un “surgimiento de la dinámica querer-compromiso que caracteriza a las organizaciones creativas” dada la pluralidad de formas de entender y vivir la vida (López, 2009, p. 195).

Es así como con el compromiso de formar integralmente a psicólogos capaces de dar respuesta a problemas del bienestar psíquico se diseñó el curso de integración de nivel avanzado PS 3105 Aplicaciones en Psicología Clínica, en modalidad virtual, para promover la práctica profesional guiada en escenarios reales para trabajar en la planeación y el desarrollo de programas de actualización de personal, de asesoría y orientación, de seguimiento, de detección y de estudio de variables psicológicas en instituciones clínicas. Sus objetivos particulares se centran en la especialización en habilidades clínicas y en habilidades para la promoción del desarrollo y el cambio.

El estudiante retoma los conocimientos y las habilidades desarrolladas en materias previas en una experiencia profesionalizante autoconstruida en la que analiza la realidad clínica, los elementos conceptuales y valorales al tiempo que se adiestra para la ejecución de la práctica. El servicio que se pretende brindar está basado en un modelo experto-usuario que concede a los beneficiarios el derecho a negociar acerca de lo que creen apropiado para la satisfacción de sus necesidades y el alumno es considerado como promotor del procesos de desarrollo y cambio.

Conciliando las agendas de trabajo del Desarrollo Integral de la Familia en San Pedro Garza García (DIF SP) cuya misión es “Ayudar a los más desprotegidos de la sociedad, promoviendo el desarrollo integral de las familias, a través de programas preventivos y resolutivos con el fin de lograr una sociedad más autosuficiente y justa” y del Departamento Académico de Psicología de la Universidad de Monterrey (UDEM) que tiene entre sus líneas de investigación en el área de Psicología Clínica y de la Salud el estudio de las consecuencias psicológicas de las diferentes modalidades de la violencia --colectiva, de pareja, entre pares— y los factores de protección con los que cuentan las personas para enfrentarla con la finalidad de diseñar y probar programas preventivos para su abordaje y de proponer planes de desarrollo, programas y políticas de cambio social, se consideró oportuno iniciar con una investigación para identificar en qué medida la violencia de género está presente entre las mujeres adultas que asisten a los diferentes espacios de servicio a la comunidad del DIF SP y con base en los resultados, diseñar un programa de intervención.

1.1. Planteamiento del problema

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés), creó el Programa Mujeres y Cultura de la Paz (WCP) en 1996. Más adelante, definió la cultura de paz (1998, Resolución A/52/13) y en 1999 emite la Declaración y el Programa de Acción sobre una Cultura de Paz (Resolución A/53/243) en el que se identifican ocho ámbitos de acción para los actores al nivel local, nacional y internacional y en el que destaca el punto 4 con el que se pretende garantizar la igualdad entre mujeres y hombres (UNESCO, 2013).

En México, la incidencia de violencia femenina dentro de la violencia familiar se ha incrementado durante los últimos años. De acuerdo a los datos de la última Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), en Nuevo León publicada, siete de cada cien mujeres han vivido eventos violentos por parte de su pareja. Asimismo, de las 68.124 mujeres casadas o unidas, el 52,8% han requerido de atención médica debido a las fuertes agresiones vividas, 25,7% han soportado que se utilice la fuerza física sobre ellas para obligarlas a tener relaciones sexuales, y el 44,6% han sido amarradas, pateadas, asfixiadas, agredidas con cuchillo o navaja, o les han disparado con arma. El 79,5% no denunció tal agresión y el 45,5% de ellas declaró no haberlo realizado debido a que perciben que la agresión no tuvo importancia o que el agresor tenía el derecho de violentarla (Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, 2008).

En 2012 en Nuevo León, la Procuraduría General de Justicia reporta que se realizaron 9.979 denuncias de violencia familiar y hasta abril 2013, se adicionaron otras 3.499. En San Pedro Garza García, un municipio al oriente de la zona metropolitana, las denuncias fueron del orden de 160 y 57, respectivamente, representando un 1.6% del total en el estado. Considerando los datos de la pasada ENDIREH, es probable que el número de mujeres maltratadas sea mucho mayor y que alrededor de la mitad de ellas no le dan importancia al evento o justifican a la pareja por creerse merecedoras de la agresión recibida. Lo anterior sugiere que las mismas mujeres permiten el abuso de poder masculino por una aparente distorsión de pensamiento en torno a los roles de género, asumiéndose subordinadas al varón con la consecuente inequidad. De ahí la importancia de detectar el tipo y la severidad de violencia de pareja hacia las mujeres sampetrinas que acuden a los espacios de servicio comunitario del DIF SP, así como identificar su sentido de poder personal, su ideología de rol y su nivel de satisfacción con la vida. De esta forma se pretende precisar las variables moderadoras y mediadoras de la violencia de género para, con base en ellas, diseñar un programa de intervención idóneo para la población en estudio. De manera tal que se plantearon

Objetivos de acción solidaria. Involucrar a los estudiantes en procesos de investigación-acción alineados a las líneas de investigación del Departamento Académico de Psicología lo que permitirá por un lado, dar cumplimiento a los principios, fines y los objetivos de la UDEM al promover altos estándares éticos en la formación integral de sus estudiantes, para que se desempeñen con plenitud en todos los ámbitos de su vida y trasciendan sirviendo a los demás y por otro, aportar datos cuantitativos sobre el índice y severidad de violencia de pareja en las mujeres adultas que asisten a los diferentes espacios de servicio a la comunidad del DIF SP y de variables psicológicas que moderen y medien su presencia. A partir de este diagnóstico inicial, diseñar e implementar un programa de intervención para el empoderamiento de la mujer.

Objetivos de aprendizaje. Para la primera inmersión en la comunidad sampetrina que acude a los espacios de servicio comunitario del DIF SP (otoño 2012), el objetivo general se centró en facilitar al alumno una experiencia de actividad guiada en la que tendrá oportunidad de identificar y diagnosticar problemas comportamentales, cognitivos, emocionales y sociales para con base en los hallazgos diseñar una propuesta de intervención para el abordaje de la violencia de género. En el semestre primavera 2013 con base en los resultados obtenidos en la evaluación previa realizada, se propuso trabajar en el desarrollo de un programa de intervención enfocado en el empoderamiento de la mujer, que brindaría algunas herramientas y recursos a la mujer que podrían ayudar al cambio en su autopercepción por una imagen positiva y realista de si mismas con vistas a impulsar su capacidad en la toma de decisiones y ejercicio de las mismas.

1.2. Responsabilidad social de la Psicología

Al tiempo que en las universidades se reflexiona sobre el significado social de construir conocimientos y de cómo ser factor de transformación social, la Psicología como disciplina se orienta hacia el desarrollo de proyectos de investigación ético-sociales. Formar psicólogos socialmente comprometidos en la transformación de la realidad social y participar activamente en la formulación de políticas de cambio se ha ido consolidando como una forma efectiva para afrontar los retos del presente y consolidar estrategias para las demandas futuras. Un eje rector descansa en el énfasis en el currículo de la contextualización y el rol social de la investigación para potenciar la vinculación teoría-práctica, lograr transformar (Benito, 2011, 2010), dar continuidad a hallazgos ya existentes (Vaca y Rodríguez, 2009) a fin de responder proactivamente para prevenir o minimizar los efectos de las problemáticas sociales (Kakkad, 2005) y participar activamente en la innovación social (Hoffmann en Vaca y Rodríguez, 2009).

Ahora bien, el desarrollo progresivo de competencias en investigación científica, particularmente ligadas al saber-hacer, es un proceso multifactorial y multidimensional que incrementa su magnitud y alcance al vincularse con el aprendizaje-servicio (ApS) cuya principal característica es la integración del estudio académico con el servicio a la comunidad (Furco, 2002; Honnet y Poulsen, 1989; Martí y Martí, 2010; Tapia, 2006, 2010). Se han ido incorporando otras dimensiones que lo conciben como: una actividad formal compleja que se distingue de otros tipos de aprendizaje porque además contribuye a desarrollar la responsabilidad cívica a través de la reflexión sobre la experiencia de servicio (Puig, Batlle, Bosch y Palos, 2007; Tapia, 2010); un programa de acción que brinda servicios a personas y grupos sobre el medio ambiente natural o cultural (González y Elicegui, 2001; Halsted, 1998); una pedagogía vinculada a la educación experiencial en un proceso de intercambio social y educativo entre estudiantes y beneficiarios (Eyler, 2009; Eyler y Gilers, 1999; Jacoby, 1996; Stanton, 1990); como filosofía que lleva al estudiante a la trascendencia a través del servicio (Campus Compact, 2011; Puig et al., 2007); como parte de la educación permanente (Tapia, 2010). Si además la investigación se vincula con el ApS se da mayor solidez a la formación integral del psicólogo vía actividades formativas solidarias al servicio de la comunidad.

Con base en lo anterior y en congruencia con los contenidos del curso PS3105 Aplicaciones en Psicología Clínica que se centran en (1) el campo de especialización de la Psicología Clínica y de la Salud en el que se aplican los principios, las técnicas y los conocimientos científicos desarrollados por ésta para evaluar, diagnosticar, explicar, tratar, modificar y prevenir las anomalías o los trastornos mentales o cualquier otro comportamiento relevante para los procesos de la salud y enfermedad, en los distintos y variados contextos en que éstos puedan tener lugar y (2) la prevención y la educación para la salud en las que se trabaja con los procesos y estados de salud y bienestar, tanto de los individuos como de los grupos humanos, para tratar de asegurarlos o de reinstaurarlos en caso de que se hubieran perdido, se determinó involucrar a los estudiantes en procesos de investigación-acción alineados a las líneas de investigación del Departamento Académico de Psicología que se centran en estudios sobre bienestar, ansiedad y estrés, prevención de la violencia en cualquiera de sus modalidades, por lo que en esta primera participación estudiantil se propuso atender el serio problema de violencia hacia las mujeres.

1.3. Violencia de pareja

La violencia de pareja existe sin importar grupo social, cultura o religión. Se presenta entre personas que tienen o han tenido una relación sentimental en la cual existen conductas violentas y coercitivas contra la pareja (Echeburúa, Fernández-Montalvo y De Corral, 2009) que pueden causar daño físico, sexual y psicológico además de ejecutar comportamientos controladores (Organización Mundial de la Salud [OMS], 2011) y se debe a la desigualdad de poder que existe entre hombres y mujeres (Castro y Cacique, 2008) con el objetivo de ejercer poder, dominar y controlar lo que hace hasta lograr su sumisión y dependencia psicológica (García-Mina, 2010).

Para muchas parejas que se ven envueltas en una relación violenta, no les es fácil aceptar que en su relación rige la violencia. En ocasiones se ven limitados por el miedo o la justificación de que enojarse es algo normal (Villegas, 2005). A pesar de que no hay causa única que genera la violencia en una pareja, los estereotipos, prejuicios, distorsión de pensamiento y sexismo son considerados factores que la impulsan y mantienen en un ciclo de violencia, del cual es difícil escapar.

Asimismo, a lo largo del tiempo se han adjudicado características tanto a los hombres como a las mujeres. A este respecto, los estereotipos de género reflejan las creencias populares sobre las actividades, los roles, los rasgos y los atributos que caracterizan y distinguen a hombres y mujeres y que son socialmente compartidos (Valadez, Fausto, Vargas, Amezcua y Amezcua, 2008), convirtiéndose en una forma de esquema a través del cual se organiza la información y conllevan al establecimiento de normas y reglas implícitas que, a su vez, crean y mantienen las diferencias valoradas entre los géneros (Rocha-Sánchez y Díaz-Loving, 2005). Según Rocha (2000), los estereotipos de género están ligados a la masculinidad y la feminidad. Los hombres están vinculados al prototipo del rol instrumental, caracterizándose por ser autónomo, orientado al logro, fuerte, exitoso y proveedor. Por el contrario, la mujer se vincula a las actividades afectivas, es decir, al cuidado de los hijos, del hogar y de la pareja, caracterizadas por la sumisión, la abnegación y la dependencia.

Transgresión del Rol de Género. Derivada de los roles de género implementados en las sociedades patriarcales, la teoría del sexismo ambivalente surge de las actitudes y los sentimientos de los hombres hacia las mujeres a quienes tienden a clasificar en dos grupos: las que merecen ser tratadas con hostilidad y las que merecen un trato benévolo. Por un lado, el sexismo hostil se ejerce como un castigo hacia aquellas mujeres que tienden a alterar el poder en la relación entre hombres y mujeres, es decir, mujeres no tradicionales o feministas; en contraparte, el sexismo benevolente se manifiesta como una recompensa hacia las mujeres que asumen roles tradicionalistas, aceptando la superioridad masculina (Rodríguez, Lameiras, y Carrera, 2009).

La creencia acerca de que las mujeres no son aptas para ciertos roles, ratifica la problemática social de desigualdad de género al definir los comportamientos o actividades que han de realizar los sujetos debido a su sexo biológico. El rol de género se entiende como la expresión pública de la identidad asumida por un hombre o una mujer, manifestando lo que el individuo interpreta, construye y expresa en su conducta acerca de los modelos genéricos que su sociedad establece a partir de su sexo (López, 2011).

Esta cultura de roles comienza en los límites impuestos por las creencias acerca de las expectativas y demandas, implícitas y explícitas, que se tienen de los demás (Garaigordobil y Aliri, 2011). Al enfatizar la asimetría, se introduce o mantiene la desigualdad consiguiendo un plus de influencia (Expósito, 2011) y provocando la división del espacio público o productivo, en poder del hombre, y el espacio privado o reproductivo, asignado a la mujer (Lameiras, Carrera, Rodríguez y Calado, 2009), desvalorizándola (Gómez, 2003) y sometiéndola a inequidades, entre ellas a la violencia (Cruz, Zempoaltecatl y Correa, 2005) y a su culpabilización, connotando como algo natural los comportamientos del agresor (Ferrer, Bosch, Ramis, Torres y Navarro, 2006). De ahí que en la actualidad, un análisis a profundidad de las estadísticas relativas a la incidencia de violencia de género ha refutado la idea tradicional de este tipo de violencia y ha dejado de considerarla como consecuencia de la dependencia económica y social de las mujeres hacia sus parejas, asociándola ahora al contexto y a los sistemas de valores culturales lo que requiere de una transformación social profunda para ser erradicada (Elboj, Flecha e Iñiguez, 2009).

Empoderamiento en la pareja. En cuanto a los derechos humanos, toda sociedad se rige por las relaciones de poder --género, raza y edad-- entre quienes lo ejercen y quienes se ven influenciadas por el mismo. Culturalmente existe una noción arraigada de la superioridad del hombre sobre la mujer, permitiéndole tener oportunidades, privilegios y derechos (Amnistía Internacional, 2011). En este contexto, cobra especial importancia el empoderamiento de la mujer que le brinde la posibilidad de mejorar el control sobre sus vidas (McWhirter y McWhirter, 2006), independizar sus actos, sin tener que acatar las órdenes de su pareja (Husain y Hussain, 2005) y que contribuya a desarrollar la capacidad de romper con el ciclo de la violencia (Casique, 2004). No obstante lo anterior, es importante la manera en que se prepare a la mujer para ejercer un rol diferente ya que la pérdida de poder, podría producir una reacción negativa en el hombre con incremento de violencia como medio de preservar el control.

1.4. Itinerario para co-construir la paz

Con el fin de promover el aprendizaje a través el servicio, los alumnos del programa de la Licenciatura en Psicología realizaron una investigación básica sobre la percepción que las mujeres tienen de si mismas en su relación de pareja con vistas a diseñar un programa de intervención para iniciar su empoderamiento. Se propone que la mujer de cualquier edad desea superarse aún y cuando haya vivido bajo los estereotipos de los roles tradicionales, trabajar por la igualdad de género y por una vida pacífica para si misma, su familia y su comunidad.

2. MÉTODO GENERAL

Con el fin de dar cumplimiento a los objetivos de acción solidaria en procesos de investigación-acción alineados a las líneas de investigación del Departamento Académico de Psicología se involucró a todos los estudiantes inscritos en el curso PS 3105 Aplicaciones en Psicología Clínica en una investigación básica sobre el índice y severidad de violencia de pareja en las mujeres adultas que asisten a los diferentes espacios de servicio a la comunidad del DIF SP y de las variables psicológicas que pudieran estar moderando su presencia (28 alumnos, otoño 2012). Posteriormente, con base en los resultados obtenidos en la evaluación previa realizada, se propuso trabajar en el desarrollo de un programa de intervención enfocado en el empoderamiento de la mujer, que brindaría algunas herramientas y recursos a la mujer que podrían ayudar al cambio en su autopercepción por una imagen positiva y realista de si mismas con vistas a impulsar su capacidad en la toma de decisiones y ejercicio de las mismas (30 estudiantes, primavera 2013).

Por lo que toca al involucramiento de los estudiantes, adicional a las actividades formativas de la materia, todos dedicaron 20 horas de trabajo de campo para la realización del proyecto de Aprendizaje en el Servicio. Para coordinar los esfuerzos y por ser un curso en línea, la mayor parte de la actividad virtual se realizó a través de tres aplicaciones disponibles en la plataforma educativa:

  1. Plataforma de colaboración para realizar videoconferencias para la presentación del proyecto y aclaración de dudas.

  2. Herramienta de videograbación para capacitar a los estudiantes a través de videos en la administración de instrumentos de evaluación, programa de intervención en general y cada sesión en particular.

  3. Foro de discusión Mi Legado, un espacio virtual creado con formato blog con el objetivo de sumar energías individuales (mentales, emocionales, psicológicas) y multiplicarlas progresivamente a través de la acción, creación y reflexión individual y colectiva de manera que el aprendizaje ocurra en la comunidad a través de la red de interacciones y la inteligencia se distribuya entre todos los participantes lo que supone una co-construcción del conocimiento.

2.1. Estudio 1

2.1.1. Método

Se realizó un estudio correlacional, transversal de corte cuantitativo con mujeres mayores de edad (más de 18 años) y que hasta ese momento tuvieran o hubieran tenido con anterioridad una relación de pareja. El muestreo no probabilístico, a conveniencia, quedó conformado por 134 mujeres que asistieron al día de la aplicación de instrumentos a los 10 centros comunitarios del DIF SP, con un rango de edad entre 20 y 85 años, media de 46,9. En cuanto a escolaridad, el 40,5% no concluyó la educación básica y un 6% está en vías de terminarla, 23,9% cursó una carrera técnica, 2,2% está cursando educación media superior y el 10,4% la tiene concluida, 6,0% cursa estudios de licenciatura y el 11% tiene ya su grado.

Para la medición de variables se integró una batería de pruebas que incluyó el Instrumento para medir el empoderamiento de la mujer (IMEM) de Hernández y García (2008) en una escala Likert de cuatro puntos que va de 1 total desacuerdo a 4 total acuerdo. Para este estudio su alfa de Cronbach fue de ,865. La Escala sobre la Ideología del Rol (EIG) de Moya, Expósito y Padilla, mide las creencias que poseen las personas acerca de los roles y las conductas que las mujeres y los hombres deberían desempeñar. Se utilizó la versión larga conformada por 38 ítems mediante la escala diferencial sistemática con una puntuación del 1 al 100, donde el 1 totalmente de acuerdo y 100 totalmente en desacuerdo, que hacen referencia a la mujer, al hombre y a la relación entre ellos, de los cuales 21 expresan una concepción tradicional de la ideología de género y 17 expresan una concepción igualitaria de los roles sexuales y el puntaje total indica que a mayor puntuación, menos sexismo (Moya, Expósito, y Padilla, 2006). Su evidencia de fiabilidad fue α = ,754. El Inventario de Sexismo Ambivalente (ASI) de Glick y Fiske utilizado es la adaptación al español de Expósito, Moya y Glick (1998). Mide las actitudes de sexismo ambivalente (hostiles y benevolentes) hacia las mujeres. La escala original está compuesta por 22 ítems, donde 11 están relacionados con el sexismo hostil y 11 con el sexismo benévolo con un rango de respuesta tipo Likert de 0-5, con 0 totalmente en desacuerdo y 5 totalmente de acuerdo. La Escala de Violencia e Índice de Severidad (EV), creada por Valdez, Hijar, Salgado, Rivera, Ávila y Rojas (2006), tiene como objetivo medir la violencia de pareja en las mujeres y los niveles de severidad para cada uno de los tipos de violencia (física, psicológica y sexual) a través de una escala Likert que mide la frecuencia de los hechos violentos en un orden del 1-5, (1 nunca y 5 muchas veces). Su consistencia interna para este estudio fue de α =,883.

El análisis de datos incluyó las evidencias de fiabilidad de los distintos instrumentos utilizados, el análisis estadístico descriptivo y otro de regresión lineal.

2.1.2. Resultados

Considerando que la violencia de pareja es el foco del estudio, en la Figura 1 se muestran las frecuencias tanto en presencia como en severidad de la violencia. Aunque los autores (Valdez et al., 2006) indican que la evaluación se realiza a través del Índice de Severidad de Violencia de Pareja (ISVP) ya que ahí se integran de manera global las dimensiones psicológica, física y sexual, se estima pertinente presentar tanto las frecuencias de cada tipo de violencia de pareja así como su severidad.

Figura 1. Violencia de pareja

Nota: Las siglas representan los porcentajes de violencia encontrados con La Escala de Violencia e Índice de Severidad (EV) de Valdez, Hijar, Salgado, Rivera, Ávila y Rojas (2006): FVP = Frecuencia de Violencia Psicológica, FVF = Frecuencia de Violencia Física, FVS = Frecuencia de Violencia Sexual, F-IVP = Índice de Violencia de Pareja, SVP = Severidad de Violencia Psicológica, SSVF = Severidad de Violencia Física, SSVS = Severidad de Violencia Sexual, S-ISVP = Índice de Severidad de Violencia de Pareja.

De acuerdo a los datos, en términos generales un tercio de las mujeres no son violentadas por su pareja. Sin embargo, es posible observar que poco más de un tercio está representado por los no caso de violencia, es decir, puntajes que refieren a la presencia de violencia pero que por situarse debajo de la media, fueron categorizados por Valdez et al. (2006), como no casos. Asimismo se destaca que los casos de violencia tanto en frecuencia como en severidad constituyen casi el tercio restante.

En la tabla 1 se pueden observar las correlaciones entre las variables incluidas en el estudio.

Tabla 1.Correlaciones entre el empoderamiento de la mujer, la ideología de rol, los tipos de sexismo y la severidad de la violencia de pareja

 

Ideología de Rol

Sexismo Benevolente

Sexismo Hostil

Sexismo Ambivalente

Severidad Violencia Psicológica

Severidad Violencia Física

Severidad Violencia Sexual

Índice de Severidad de Violencia de Pareja

Empoderamiento

,116

,120

,155

,232**

-,106

-,020

-,047

-,066

Ideología de Rol

 

-,484**

,318**

-,222*

-,060

,083

-,021

,006

Sexismo Benevolente

 

 

-,336**

,703**

,219*

,080

,187*

,181*

Sexismo Hostil

 

 

 

,434**

-,234**

,020

-,202*

-,148

Sexismo Ambivalente

 

 

 

 

,032

,091

,027

,061

Severidad Violencia Psicológica

 

 

 

 

 

,603**

,699**

,878**

Severidad Violencia Física

 

 

 

 

 

 

,723**

,890**

Severidad Violencia Sexual

 

 

 

 

 

 

 

,880**

Nota: ** La correlación es significativa al nivel 0,01 (bilateral).
* La correlación es significante al nivel 0,05 (bilateral)

El empoderamiento de la mujer aparece asociado al sexismo ambivalente en tanto que la ideología de rol se relaciona con las tres actitudes sexistas, no así con la severidad de violencia.

En cuando al sexismo, ninguno correlaciona con la severidad de la violencia física, sin embargo, tanto el sexismo benevolente (SB) como el hostil (SH) se asocian al resto de los tipos de severidad de la violencia. Aunque estadísticamente significativas, las correlaciones son débiles. El SB se asocia positivamente con la severidad de la violencia psicológica y sexual en tanto que el SH correlaciona negativamente con ambas. Finalmente, el SB correlaciona negativamente con el SH y tanto SB como SH muestran una correlación positiva con el SA.

El análisis de regresión lineal arrojó un modelo explicativo de la severidad de la violencia de pareja en la que el sexismo benévolo es la variable predictora, sin embargo, la bondad del ajuste es muy pobre con apenas un 3,3% de pronóstico, R2 = 0,033, F(1,130) = 4,15, p = 0,038, β= 0,181, p = 0,038.

2.1.3. Discusión y Conclusiones

Determinar las variables predictoras de la violencia de pareja sigue siendo una tarea pendiente, sin embargo, la frecuencia de los casos de violencia de pareja (28,6%) y su severidad (29,3%) indican que no está garantizada la igualdad entre mujeres y hombres (UNESCO, 2013). Asimismo, creer estar empoderada no se asocia significativamente con la ausencia de violencia en su contra, como Casique (2004) lo señala, pero sí con sexismo ambivalente. Esto supondría que si se ve el empoderamiento de la mujer como un proceso de cambio en las relaciones patriarcales (Morrison, Ellsberg, y Bott, 2004), podría estarse presentando la ambivalencia de seguir siendo objeto de cuidado y protección (sexismo benévolo) con la posibilidad de dejar atrás el sentimiento de inferioridad y desvalorización (sexismo hostil) para asumir un rol igualitario.

La falta de un modelo explicativo sólido deja abierta la tarea para precisar las variables predictoras de la frecuencia y severidad de la violencia de pareja. A partir de las correlaciones encontradas, entre más tradicional sea la concepción del rol mayor la actitud benevolente y menor la ambivalencia. Estos hallazgos coinciden con lo reportado por Expósito (2011) quien explica que lo que mantiene el ciclo de la violencia es la ideología sexista y además enfatiza que las actitudes benevolentes del hombre dificultan a la mujer interpretar el dominio y el poder que sobre ellas se ejerce, por lo que llegan incluso a autoculpabilizarse cuando son violentadas por su pareja (Muñoz y Gimeno, 2010), acentuando la ambivalencia ya que llegan a aceptar su inferioridad, asumiéndose como un grupo subordinado (Lameiras et al., 2009). Es importante destacar la asociación entre actitud benevolente con la severidad de la violencia psicológica y sexual, contrario a lo que sucede con el sexismo hostil que correlaciona con menor violencia tanto psicológica como sexual.

Finalmente, las fuertes correlaciones estadísticamente significativas apuntan hacia la presencia en forma simultánea de los diferentes tipos de violencia en la pareja (Saavedra, 2010) en mayor o menor grado cada una.

Estos resultados urgen a llevar a cabo programas preventivos orientados a disminuir la violencia contra las mujeres.

2.2. Estudio 2

2.2.1. Método

Para iniciar el camino de paz y con base en los resultados del Estudio 1, se llevó a cabo un estudio experimental con diseño de preprueba/posprueba con un solo grupo (G - O1 - X - O2). El tratamiento (X) consistió en el programa denominado “La Fuerza en Mi” de siete sesiones (Quiroga, García, Rodríguez, García y Garza-Lagüera, 2013), enfocado al empoderamiento de la mujer a través del desarrollo de una autoestima realista y positiva con vistas a salir del ciclo de la violencia. Para las pre (O1) y pos (O2) pruebas, se utilizó la Escala de Autoestima de Rosenberg por considerar que podría arrojar datos cuantitativos relevantes y que para este estudio mostró evidencia de confiabilidad de α = 0.84. La muestra fue elegida por conveniencia, participando 64 mujeres de cinco de los diez centros comunitarios del DIF SP y que habían contestado los autoinformes del Estudio 1.

2.2.2. Resultados

La asistencia promedio fue de 85%. La prueba t de Student para muestras relacionadas de la escala de autoestima muestra un incremento estadísticamente significativo (t= -1,368, gl = 39, p < 0,001), pasando de 30,90 (σ = 4,126) a 33,25 (σ = 4,137).

Asimismo y con la finalidad de identificar aquellos reactivos que implicaron una diferencia de medias estadísticamente significativa, se realizó un análisis por ítem. Los hallazgos se observan en la Tabla 2.

Tabla 2. Prueba t de Student para muestras relacionadas de ítems de la escala de autoestima con una diferencia de medias estadísticamente significativa

Ítem

Media

t

gl

Significación bilateral

3. En general, me inclino a pensar que soy un fracasada. a

2,80

-2,265

39

,029

3,30

5. Siento que no tengo muchos motivos para  estar orgullosa. a

2,30

-3,676

39

,001

3,18

9. A veces me siento verdaderamente inútil. a

2,83

-2,469

39

,018

3,33

10. A veces pienso que no soy buena para nada. a

3,00

-2,562

39

,014

3,55

Nota: t = prueba t-Student para la determinación de las diferencias de medias en muestras relacionadas; gl = grados de libertad

2.2.3. Discusión y Conclusiones

De acuerdo con Park, Peterson y Sun (2013), una manera eficaz de abordar y resolver problemas psicológicos es identificar y utilizar lo que se hace bien, aprovechando las fortalezas y las cualidades personales. Iniciar el camino al empoderamiento de la mujer con un taller orientado al desarrollo de la autoestima con el fin de que se sienta capaz y valiosa es una buena manera de empezar, ya que con el aumento de experiencias de violencia la propia valía cambia negativamente (Morales, Montenegro, Pulido, Herazo, y Campo-Arias, 2011). Los resultados indican que a través de la práctica de la relajación, la gratitud, el perdón, la identificación de derechos asertivos y errores de pensamiento es posible revertir las concepciones negativas que sobre si mismas tienen las mujeres maltratadas según lo reportado en la investigación de Morales-Reyes, Alonso-Castillo y López-García (2011), considerándose a sí mismas como inútiles, que no sirven para nada y que no tienen de que sentirse orgullosas de sí mismas. Reconocerse valiosas supone un incremento en su autoconfianza que podrían empezar a utilizar no solo para superar la adversidad de una historia de maltrato sino que posibilite la construcción de relaciones más positivas.

3. DISCUSIÓN GENERAL

Esta experiencia de Aprendizaje-Servicio (ApS) fue diseñada para atender con igual énfasis a un alto nivel de respuesta a objetivos sociales y a un aprendizaje de calidad para los estudiantes (Furco, 2002; Honnet y Poulsen, 1989; Martí y Martí, 2010; Tapia, 2006, 2010). Se incluyeron simultáneamente en el proyecto estrategias que apuntaban a garantizar un servicio de calidad (diagnóstico participativo con las instituciones beneficiarias, asesoramiento por parte del docente, vínculos con organizaciones comunitarias, actividades adecuadamente planeadas, gestionadas, entre otras) y al mismo tiempo las redes conceptuales que soportaron teóricamente el diseño, el desarrollo, la ejecución y la evaluación de cada proyecto permitieron articular el ApS con el aprendizaje en el aula virtual.

De particular relevancia la promoción de la colaboración como vía para convertir al aprendizaje en un proceso de cambio cultural y a sus miembros en actores activos de comunidades de conocimiento. A través del diálogo y el convencimiento a través de la palabra, las vicisitudes, los obstáculos y los logros obtenidos con base en inteligencia compartida se intercambiaron experiencias de la práctica profesional entre todos los participantes del curso en vistas a la co-construcción final del conocimiento y a la reflexión sobre la vinculación aprendizaje-servicio y el desarrollo de competencias profesionales y valores solidarios logrados a través del trabajo de campo insertos en la comunidad; es decir, compartir luces sobre el valor de la promoción de desarrollo y cambio comunitario, lo que de acuerdo con Puig et al. (2007), contribuye a desarrollar la responsabilidad cívica, el respeto a la libertad y el comportamiento ético a través de la reflexión sobre la experiencia y a trascender a partir del intercambio social en el servicio.

Por lo que toca a los dos estudios y su impacto favorable inicial en el itinerario de la co-construcción de caminos de paz, es importante considerar que en el caso de la evaluación para el diagnóstico de la violencia de pareja en la comunidad, la complejidad y la profundidad del tema, por un lado, y la cantidad de reactivos, la edad y la escolaridad de algunas participantes, alargaron el proceso, por lo que se considera pertinente realizar una adaptación de los instrumentos a un lenguaje más sencillo, así como acortar el número de reactivos. En relación con la intervención y aunque la situación de ausentismo y abandono en programas de apoyo a mujeres maltratadas está reportado en otros estudios (Brush y Higgins, 2003), es importante continuar generando un ambiente de confianza entre el grupo y seguir buscando estrategias de aplicación en las sesiones de inicio que favorezcan la permanencia en el programa. Del mismo modo intervenir con la flexibilidad de ir adaptando las actividades programadas a las necesidades de las participantes de manera que se mantenga el interés y el dinamismo en las sesiones.

En otro orden de ideas, crear un nuevo entorno virtual de aprendizaje enriquecedor para el desarrollo de competencias profesionales en el que los alumnos se sientan más motivados e implicados con su propio aprendizaje y a actuar como agentes del cambio social utilizando la tecnología de manera positiva y metódica para contribuir al desarrollo, ampliación y potenciación de sus propios procesos mentales ha posibilitado la co-construcción de conocimientos con base en investigación básica y aplicada a la promoción del desarrollo social y la solidaridad. Los estudiantes con fundamento en el método científico estudian situaciones relacionadas con su profesión de manera que en forma innovadora y comprometida, basados en principios de bienestar social, generan conocimiento y aplican la inteligencia humana en la transformación de la realidad, utilizando las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación para lograr impactos significativos de orden científico y social.

En los procesos institucionales en los que se incorpora el Aprendizaje-Servicio, se mantiene el compromiso con la excelencia académica y, como en este caso, se formalizan proyectos de investigación básica y aplicada relevantes. Asimismo, se garantiza que el alumno conozca y asuma los retos y responsabilidades ético-sociales con su quehacer profesional, consigo mismo y con los que lo rodean, buscando tener un impacto en su sociedad. En palabras de los propios estudiantes:

La violencia de género es un tema muy polémico […] al elaborar el marco de referencia y teórico nos damos cuenta que desde hace mucho tiempo atrás se elaboraban leyes y reformas para disminuir la violencia, pero aún sigue existiendo. Estamos trabajando e investigando para descifrar alternativas para disminuir problemáticas sociales, estamos trabajando activamente y cumpliendo con nuestra responsabilidad social. Ha sido un proyecto muy enriquecedor personal y académicamente (Estudiante, 24 de Noviembre de 2012).

Aprendí mucho sobre el tema en que trabajé durante el semestre, en un campo lleno de desafíos y retos aun por conseguir. Pero más allá de la teoría, aprendí en carne propia las complicaciones de las mujeres envueltas en una situación de maltrato. Aprendí también que la realidad es dura y que las alternativas son escasas para esas personas, pero sobre todo, aprendí que atención, empatía y educación son elementos renovadores y podían ser en su totalidad transformadores […] haber conocido a las personas que conocí, su agradecimiento y aprecio de lo que se les dio, sus testimonios de cambio en su autovaloración, fueron lo que hizo de este proyecto uno extraordinario. Fue un acercamiento profundo con esa realidad que tanto habíamos estudiado. Pienso que ni siquiera los errores cometidos los quisiera cambiar en este punto. El haber rediseñado el programa una serie de veces, nos permitió un conocimiento mucho más profundo de la dinámica que entraña dicha problemática y nos permitió culminar en la elaboración de un programa completo y positivo con el que las participantes se mostraban sumamente satisfechas (Estudiante, 11 de Mayo de 2013).

Beneficios adicionales de la incorporación de la tríada Aprendizaje-Servicio, Responsabilidad Social Universitaria e Investigación en el currículum serían: (a) el compromiso del profesor investigador con la formación integral del estudiante, el avance científico y los procesos críticos institucionales; (b) la formación de profesionales de alto nivel, líderes portadores de una cultura científica y humanística, capaces de resolver problemas con racionalidad y objetividad; (c) la contribución en la solución de los problemas psicológicos y la mejora de la calidad de vida de los individuos y a la construcción de una sociedad sostenible a través del conocimiento y el espíritu de servicio; y (d) la difusión de los avances científicos y tecnológicos bajo el principio de integridad y compromiso social.

Por último, proyectos de Aprendizaje-Servicio en educación superior como los estudios aquí presentados, se suman a las propuestas de la UNESCO en relación a invertir en el desarrollo de sistemas de investigación más flexibles y organizados al servicio de la sociedad (2009) y de programas de acción a favor de las mujeres para una cultura de paz (2013). Esto compromete a continuar en el esfuerzo de co-construir caminos de paz trascendiendo en el servicio a la comunidad.

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