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2007 - Vol. 1 Num. 1  
           
  Editorial: Avanzando hacia la inclusión  
           
  Cynthia Duk Homad  
     
 

Aumentar los niveles de calidad y equidad de los sistemas educativos, se ha convertido en un objetivo prioritario de las políticas y reformas educacionales impulsadas en los países de Latinoamérica. Un imperativo ético que los responsables de las decisiones educativas, los docentes y la sociedad toda, ya no podemos soslayar, habida cuenta de los altos índices de desigualdad y segmentación que lesionan la cohesión e integración social de nuestros pueblos.

Si aspiramos a la construcción de sociedades más inclusivas, justas y democráticas, la educación debe contribuir de manera decisiva, a reducir y compensar las desigualdades de origen de los alumnos, de modo de asegurar su plena participación, máximo aprendizaje y desarrollo personal.

En la actualidad contamos con evidencias empíricas, de que uno de los factores que inciden en el fracaso escolar, los bajos resultados de aprendizaje y la marginación de muchos alumnos y alumnas, es la incapacidad de la escuela de ajustar la enseñanza a la heterogeneidad de capacidades, situaciones socioeconómicas y culturales que presentan los estudiantes. Hacer realidad el derecho a una educación de calidad para todos, implica necesariamente, que tomemos medidas dirigidas a equiparar las oportunidades de los grupos en situación de mayor vulnerabilidad y desventaja.

El desarrollo de escuelas inclusivas, que acojan a todos y den respuesta a la diversidad del alumnado, comienza a ser valorada como una estrategia potente y válida para la mejora continua de los procesos y resultados educativos. Dentro de estos últimos, se hace cada vez más urgente considerar, no sólo los logros académicos, sino que también los logros en el aprendizaje de valores y actitudes. Aprendizajes indispensables para el desarrollo de una convivencia social, basada en el respeto a las diferencias, los derechos de las personas, la solidaridad y cooperación entre los integrantes de la comunidad escolar.

No cabe duda, que avanzar hacia sistemas educativos más inclusivos, demanda cambios significativos en las representaciones mentales y actitudes de los distintos actores educativos, pero también de voluntad y decisión política para generar las condiciones e impulsar y apoyar de manera sostenida las transformaciones que hay que poner en marcha, en los distintos niveles del sistema (administración educativa, escuela y aula).

En este sentido, son numerosas las condiciones o factores que, a través de la investigación, se han revelado como facilitadores de la inclusión. No obstante, pareciera ser que los pilares fundamentales en los que se sustenta todo proceso de desarrollo institucional en esta dirección son:

  • flexibilidad curricular en el más amplio sentido del término

  • pedagogía en el aula sensible y responsiva a la diversidad

  • recursos y servicios de apoyo oportunos para quienes los requieran

  • clima de colaboración orientado al aprendizaje y la participación de todos

Más allá de éstos y otros muchos hallazgos que podríamos compartir, lo que está claro es que, en nuestros países latinoamericanos, hace falta socializar el conocimiento, fomentar la investigación y sistematizar las buenas experiencias en curso. Necesitamos aprender de lo que están haciendo otros y de lo que nos aporta la teoría y la investigación.

Difundir el conocimiento acumulado en el campo de la educación inclusiva en los países de Latinoamérica es, sin duda, uno de los objetivos principales de esta publicación. No obstante, la mayor motivación para la creación de esta revista, es la posibilidad que nos abre este medio de contar con un espacio de comunicación, que permita a formadores, investigadores, docentes y otros profesionales vinculados a la educación, acercar fronteras para compartir sus reflexiones, experiencias y estudios empíricos.

Aspiramos a que este primer número de la Revista Latinoamericana de Educación Inclusiva, sea el inicio de un viaje sin fi n, al que se vayan sumando cada vez más actores del mundo de la educación, que guiados por su entusiasmo y compromiso con las generaciones del mañana, contribuyan a hacer de la escuela un medio eficaz para la formación y desarrollo integral de todos los estudiantes, sin discriminaciones de ningún tipo. Simplemente porque la educación es un derecho humano fundamental y no tenemos excusas válidas para excluir a nadie.

En este primer número de la revista hemos intentado lograr una versión equilibrada y al mismo tiempo variada, en términos de los temas abordados en los nueve artículos que incluye. Estos versan sobre políticas y concepciones en torno a la inclusión educativa, la calidad y equidad de la educación, revisiones conceptuales, estudios y proyectos relacionados con la atención a la diversidad y las necesidades educativas especiales.

Ahora sólo nos resta esperar la reacción de los lectores y seguir trabajando para sostener este camino recién iniciado, con apoyo de los muchos colaboradores que han creído, al igual que nosotros, en esta idea. El reto mayor a futuro será incrementar cada vez más la calidad de esta publicación y ganarse el reconocimiento del mundo académico y científico, para que se sustente en el tiempo.

 

 
     
 
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